jueves, 28 de octubre de 2010

El deceso de un presidente

Por mi gripe debí permanecer enclaustrado en mi hogar, mirando hora tras hora el velatorio del presidente. Ninguna noticia fuera de esa, ninguna reflexión, ninguna señal del mundo exterior, sólo las tristes caras de una familia acongojada. Cada tanto enfocaban algún miembro de la decaída farándula vernácula, el cual repetía las declaraciones de rigor, las que claramente mostraban el pensamiento único y la infantil idea de la sociedad dividida en amigos y enemigos; parecía mentira ver a gente grande con pensamientos propios de pre-adolescentes. Claro de tanta actuación telenovela y cine "B", terminan creyendo que los mediocres libretos que generosamente sobreactúan son el mundo real. Lamentablemente, cuando esta atmósfera de ideas se propaga al resto de la sociedad, gobernantes incluidos, motorizan sus acciones sobre estos pensamientos infantiles. Ello crispa la sociedad y torna ineficiente sus acciones, pues funcionan en el sentido contrario al que desean imprimir; por supuesto no atribuyen sus fracasos a lo errado de sus pareceres sino a los "grupos de poder", "imperialismo", "oligarquía " y mil títulos más que dan a lo que en realidad se debería llamar impericia y superficialidad de ideas.

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